domingo, 11 de septiembre de 2011

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Brasil ajusta: cómo impacta en Mendoza


Brasil ajusta: cómo impacta en Mendoza

Pueden disminuir las ventas de ajo, aceite de oliva, vinos y peras. La provincia, en 2010, exportó 461 millones de dólares.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Brasil ajusta: cómo impacta en Mendoza
Hay incertidumbre en el sector por las medidas que tomó Brasil.

Jaquelina Jimena - jjimena@losandes.com.ar

Desaceleración económica, ajuste fiscal millonario, crecimiento económico a tasas menores al 4% que venía registrando. Ciertamente las señales que está emitiendo Brasil para el año que viene no son nada alentadoras y ya se ciernen sombras de pesimismo entre los exportadores de ajo, aceite de oliva, peras y vinos embotellados.

En el ajo, por ejemplo, desde la asociación que los nuclea afirmaron que de persistir las actuales señales del contexto económico brasileño, los productores mendocinos obtendrán la próxima temporada un certificado de pobreza. En el caso del vino, desde Bodegas de Argentina afirmaron que la desaceleración económica de Brasil en el frente externo, y un dólar planchado puertas adentro, hará que los bodegueros mendocinos pierdan cuotas del mercado brasileño.

Pero el pesimismo alcanza límites importantes en el sector olivícola y en las peras de la provincia. Según Marcos Abihaggle, gerente de Pro Mendoza, para ambos productos de la canasta regional el pronóstico no es bueno y tendrán serias dificultades de comercializarse en un país como Brasil donde la demanda se restringirá y la competencia de países productores será feroz.

Según datos de la Dirección de Estadística e Investigaciones Económicas (DEIE) de los U$S 1.668 millones que Mendoza vendió al mundo el año pasado, U$S 461,8 millones fueron a Brasil, lo que representó que el gigante del Mercosur absorbió el 27,7% de las exportaciones mendocinas.

Costos y riesgo de mercado
Un informe realizado desde la Federación Económica de Mendoza -FEM- precisó que el gigante brasileño se apresta a realizar un ajuste mayúsculo en todos sus frentes. Hace unos días, la presidenta Dilma Rousseff y su ministro de Economía, Guido Mantega, habían apuntado que estaban dadas las condiciones para bajar las tasas, tras anunciar un aumento de unos U$S 6.300 millones a la meta de ahorro público que llega a los U$S 73.000 millones  -que se suma al ajuste de 30 mil  millones impuesto al iniciar su gobierno-, y resaltar que, debido a la crisis económica mundial, Brasil crecerá en 2012 en torno del 3,7%, muy por debajo del 7,5% de 2010.

El temor entre los empresarios mendocinos no es anecdótico, ya que Brasil logra comprar entre el 60 y 70% de algunos productos de nuestra provincia. A propósito, entre los cinco productos estrella que Mendoza exportó a ese mercado, según la FEM un 20% fue para naftas para petroquímica, un 17% correspondió el ajo, un 10% para vino fraccionado, otro 10% se lo llevaron las aceitunas preparadas o conservadas y a las peras correspondió un 5%.

Según el estudio de la FEM, unos 50 millones de U$S que exporta Mendoza, son altamente dependientes de productos como el aceite de oliva y hortalizas pertenecientes a las Manufacturas de Origen Agropecuaria (MOA); el resto de los rubros (exceptuando vinos), que suman    U$S 111 millones, tienen un grado menor de dependencia. Los vinos con U$S 37 millones tienen menor incidencia.
Problemas para el ajo  

"Hay que ser cautos, porque es algo temprano aventurar pronósticos; el panorama es complicado y, de persistir, muchos productores van a tener déficit de ventas”, sentenció Juan Chiapinotto, presidente de la Asociación de Productores y Exportadores de Ajos y Cebollas de Mendoza -Asocam. Por cierto, los productores de ajo ya están analizando otros mercados para colocar el ajo mendocino.

Sin embargo, tal acción no obtiene aún los resultados esperados.

“Los productores en Mendoza son más de 1.000, de los cuales solo el 20 % maneja información de mercado. El resto se guía por lo que dicen los acopiadores. Los empacadores, salvo honrosas excepciones, son absolutamente conservadores y tradicionalistas vendiendo ajos a granel a mercados conocidos. Por lo tanto Brasil con desaceleración y gran competencia de ajo chino, seguirá siendo un destino elegido por muchos productores mendocinos”, afirmó José Luis Burba, del INTA. 

Frente a un mercado como el brasileño que ha sabido crecer a tasas del 7 al 8% anual, ahora con un escenario de desaceleración, el pronóstico desde el sector de ajo es “reservado”.
La paradoja es que este año hay un récord de hectáreas próximas a cosecharse en nuestra provincia. En total ya cuentan 16 mil, cuando en 2009 sumaban 8 mil y en 2010 habían 12 mil. 
Por lo pronto más que analizar el contexto brasileño, Chiapinotto afirmó que habrá que ver lo que sucede en el mercado chino.

“Todo indicaría que habrá que prender velas para que China no logre salir al mundo con su ajo a precios inferiores a los del año pasado, y que no inunde los mercados mundiales, entre ellos el brasileño”, afirmó Chiapinotto.

Por otro lado, Burba desde el INTA, tiene claro que China subió sus costos, tiene volúmenes de producción gigantescos y está entrando a Brasil en forma directa y triangulando desde Uruguay. En Brasil la tasa antidumping al ajo chino se evade en más del 50 % del volumen, y por lo tanto hay en el mercado ajos muy baratos.

Si bien Mendoza ha incrementado su superficie implantada, a pesar de ello los volúmenes y calibres esperados son relativamente bajos debido a que más del 70 % de la superficie fue plantada tarde. El crecimiento, y por ende los rendimientos finales, vendrán de la mano de las temperaturas de esta primavera. “Si son altas habrá un efecto compensador; si son bajas retraerá aún más los números finales”, sentenció Burba.

Pero definitivamente lo que alerta al sector en su conjunto, son los altos costos de producción que deben enfrentar. Los ajeros saben que cultivar y cosechar una hectárea de ajo puede costar unos 10 mil dólares. No es un detalle menor, debido a que se presume que China llegará con ajos más baratos. “Si, según se comenta, sale con precios que oscilen entre los U$S 7 y U$S 8 la caja de 10 kilos FOB, llegará a Brasil entre  U$S 11 y U$S 12. Si Brasil le aplica la tasa antidumping de U$S 5,20 por caja, ingresará con un precio que irá entre los U$S 16 a U$S 18. 

Si esto es así, Brasil nos podrá comprar hasta U$S 18 o U$S 20, siempre y cuando no presionemos demasiado con los despachos tempranos. El pronóstico no es bueno para los productores mendocinos que tendrán que bajar sus precios si quieren venderle a Brasil porque se está desacelerando”, remarcó Burba.

Olivicultura
En el caso del aceite de oliva y aceitunas, los hombres del sector también miran con ojos pesimistas el mercado brasileño.

“Una devaluación del real ubicaría a nuestras exportaciones, no sólo las olivícolas, fuera de dicho mercado y haría que Brasil tuviera más posibilidades de vendernos su producción”, sentenció Mario Bustos Carra, de la Asociación Olivícola de Mendoza.

Para el dirigente empresarial las medidas para paliar la desaceleración brasileña son las mismas que se requieren para solucionar la competencia desleal que, según su opinión, el sector viene enfrentando.

“No hay que perder de vista que los principales países afectados por la crisis europea, son los productores olivícolas, esto es, Portugal, España y Grecia. Estos países cuentan con subsidios precedentes a la crisis y logran ingresar a Brasil justamente por sus precios más baratos, pero considerando el apoyo estatal que reciben. Por el contrario, las exportaciones argentinas y las de Mendoza deben abonar una retención. Si a eso le suma los costos internos más el costo inflacionario, con un dólar estable, coincidiremos en que las medidas a adoptar deben ser abarcativas para todos los mercados, en los que especialmente se incluye el de Brasil”, señaló Bustos Carra.
El vino
El ajo y los productos olivícolas no son los únicos que enfrentarán el peligro de perder este mercado. También el vino embotellado deberá poner el pecho a una fuertísima competencia internacional en arenas brasileñas.

“Es difícil aún dimensionar el impacto por segmento y precio de vino que tendrá el menor crecimiento económico de Brasil. Lo cierto es que el panorama es muy preocupante porque además de una menor demanda, la competencia de todos los países es fenomenal. En Mendoza, estamos perdiendo competitividad con un dólar que está planchado y un aumento constante de costos que está obligando al sector a subir sus precios finales. Ciertamente si no hay cambios de políticas macroeconómicas se corre peligro de perder participación en el mercado brasileño”, remarcó Juan Carlos Pina, de Bodegas de Argentina.

Otros productos
También hay otros productos que Mendoza exporta al gigante brasileño; la pera y naftas para la industria petroquímica. Sobre estos productos se ciernen luces y sombras.

En el caso de la pera mendocina, y al igual que el vino y el aceite de oliva, deberá encontrar un lugar propio frente a un mercado como el brasileño asediado por las frutas provenientes de todo el mundo. En los derivados del petróleo, según Walter Vázquez, subsecretario de Hidrocarburos de la Provincia, la menor demanda de Brasil no impactará en Mendoza. “Afortunadamente hay mercado en toda América Latina para vender”, dijo.

Juan Chiappinotto muy preocupado por el escenario internacional y sus posibles consecuencias.


Entrevista a Juan Chiappinotto

El representante de la Asociación Productores y Exportadores de Ajos aseguró que necesitan reglas claras para poder seguir exportando. Además se mostró muy preocupado por el escenario internacional y sus posibles consecuencias.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Entrevista a Juan Chiappinotto
"Para seguir trabajando, necesitamos condiciones que nos permitan tener una rentabilidad razonable”
En las últimas semanas vienen sucediéndose reuniones entre referentes de distintas actividades que conforman el amplio abanico de lad economías regionales. El tema  central de análisis (junto con los problemas de competitividad propios de la economía argentina) es el impacto que podría tener -para las producciones locales - un reverdecer de la crisis en los países centrales.

Dirigentes de las organizaciones empresariales de la fruta fresca e industrializada; de la olivicultura y del sector hortícola, se reunieron esta semana en Mendoza para evaluar este nuevo escenario. Fincas estuvo allí, sobre el final del encuentro, y dialogó con el Dr. Juan Chiappinnotto, de la Asociación de Productores, Empacadores y Exportadores de Ajos.

- ¿Cuáles son los temas que están en centro del análisis de los sectores productivos? 
El núcleo de la preocupación es el mismo que tuvimos durante la crisis internacional de 2008. Ahora -con aquella situación internacional sin resolver todavía - porque no fueron resueltos los problemas de fondo- se plantea un escenario más preocupante.

 -¿Con qué situación interna los encuentra, hoy, este eventual escenario internacional adverso?  Los factores internos que afectan nuestra competitividad en los mercados internacionales son varios. Aumentaron en dólares los costos de todos los insumos (agroquímicos; combustibles -cuando no escasean-), la conflictividad laboral, (para hablar en criollo “la industria del juicio”). 

Y a esto se suma el esquema de tarifas energéticas, que termina castigando al que más consume, aunque ese mayor consumo no sea suntuario, sino necesario para producir (sobre todo, en medio de la emergencia hídrica, que acota la disponibilidad de agua superficial en Mendoza). Así, con nuestros mayores costos, en mercados internacionales estables o en baja; con perspectivas de una contracción de la demanda, en especial en Brasil (un mercado del que nuestras exportaciones son cada vez más dependientes) nuestro futuro es realmente incierto. 

-¿En qué medida impactan las retenciones a las exportaciones?
Las retenciones fueron pensadas para los productos de la Pampa Húmeda, que no tienen mayor valor agregado ni emplean mano de obra en la medida que lo hacen nuestras producciones. Nosotros pagamos retenciones sobre la factura final, que no comprende sólo la materia prima, sino también el salario; el acondicionamiento o la transformación del producto, el envase y el packaging, el flete y los impuestos con lo que está gravado cada tramo del proceso, es decir el valor agregado. Si consideramos solamente el precio de la materia prima, esas retenciones representan alrededor del 35% de su valor. 

-Es evidente que, en general, las medidas vigentes desconocen las particularidades de las producciones regionales…
En realidad, nos hace falta una política acorde con las necesidades de la economía regional. Aclaro que ninguno de los gobiernos anteriores se ocupó de este tema y esperamos ahora ser escuchados.  Para seguir trabajando, necesitamos condiciones que nos permitan tener una rentabilidad razonable. Esas condiciones no están dadas, y todo indica que el escenario será todavía más adverso. Por eso queremos que se nos escuche, para que las medidas surjan del consenso entre el Gobierno y el sector privado. 

-¿Cómo debería estructurarse ese ámbito de consenso?
El sector de la fruta fresca quizás va un paso adelante porque logró que el Gobierno nacional dispusiera crear el Observatorio Frutícola Integral, con participación de los Ministerios de Economía y de Agricultura y de la Secretaría de Agricultura de la Nación y el sector privado de la producción primaria y de la cadena de procesamiento, de Río Negro, Neuquén y Mendoza. 

Ese estudio permitió corroborar que el margen de pérdida es muy importante… Esta fue una buena señal de incipiente involucramiento con los problemas de las economías regionales aunque no se hayan podido resolver integralmente. En Mendoza, la Universidad Nacional de Cuyo hizo un estudio del sector olivícola; y los resultados (dicho sea de paso) van en el mismo sentido: hoy, los costos locales de producción de aceituna en conserva y aceite de oliva, están muy por encima de los precios en el mercado internacional.

-¿Es posible hacer estudios similares sobre otras actividades?
Claro que es posible. Eso pasa con el estudio encargado a la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Cuyo que está determinando que los costos locales de producción de aceitunas y aceite de oliva están muy por encima de los precios internacionales.  

-¿Qué elementos debería tener una política orientada a las economías regionales?
Hay varios planos que atender, considerando su diversidad e inclusive las particularidades de cada sector, aunque los problemas de fondo son comunes a todos. Se deberá reconsiderar todo el tema tributario para las economías regionales de modo que el Estado reciba lo necesario para atender a sus políticas sociales y de desarrollo, y los productores queden con una porción que les permita seguir creando empleo genuino y aportar a la renta nacional. 

En materia laboral, necesitamos un contrato específico para nuestros trabajos intensivos y eliminar los factores de conflictividad laboral; acortar drásticamente los plazos de reintegro de IVA a los exportadores; reimplantar la posibilidad de deducir del Impuesto a las Ganancias parte de la facturación por exportaciones, y la amortización acelerada de los bienes de capital. Junto con ello, flexibilizar las tarifas de energía y, en el ámbito provincial, hacer extensivo a las propiedades medianas (de 30, 50 o más hectáreas), el máximo beneficio previsto en las líneas de crédito del Fondo para la Transformación y el Crecimiento, equiparando el nivel de subsidio de las tasas de interés al que tienen las explotaciones más chicas. 

- ¿Por qué ponen tanto acento en la cuestión laboral?
Es muy simple: los salarios,  sumados a las contribuciones de la seguridad social, representan la mitad -o más- del costo de nuestras producciones. De ninguna manera se plantea disminuirlos, pero tenemos un 50% de costo adicional, en concepto de aportes y contribuciones. Debe quedar claro que el empleador rural, en esta zona, distribuye más del 50% de sus ingresos sólo en salarios. Esto transforma al productor en actor social muy importante, casi se podría decir que imprescindible, particularmente en los pueblos del interior. Queremos preservar las fuentes de empleo y la dignidad del trabajo agrario, pero para ello necesitamos la ayuda del  Estado, al menos facilitando las inversiones en infraestructura.