Bajos precios
Superproducción de aceitunas,
Falta de mano de obra
Heladas tempranas
Cuidar el futuro de nuestra olivicultura
Los bajos precios que se pagaron por el kilo de aceitunas y la llegada de las heladas con
el fruto en la planta, generaron preocupación entre los dirigentes del sector. Mendoza cuenta
con condiciones ideales para elaborar un excelente aceite de oliva y hasta con un plan
estratégico para el sector, cuyos objetivos deben cumplirse.
La superproducción de aceitunas, la falta de mano de obra y las heladas tempranas han
constituido un cóctel explosivo que ha afectado con fuerza el precio final del producto.
El problema no sólo afecta a Mendoza sino que llega a otras zonas productivas, como
La Rioja y Catamarca, con la diferencia que en esas provincias subsidian la energía y
los impuestos provinciales y, paralelamente, han conseguido una ayuda de la Nación
para hacer frente a los gastos de cosecha.
Si bien es cierto que la producción de aceitunas tiene años muy productivos y otros no
tanto, no es menos real que debe establecerse un plan para evitar que esa situación
“natural” se convierta en un problema para los productores. Años atrás, la caída en los
precios de las aceitunas y del aceite de oliva motivó que se produjera una fuerte erradicación
de olivares en la provincia.
Por ese motivo Mendoza, de ocupar el primer lugar en cantidad de hectáreas implantadas
en el país, llegando a poseer casi 30 mil hectáreas en 1990, lo que constituía el 70% de la
producción nacional, pasó a ocupar el cuarto lugar, con sólo 18 mil hectáreas. Ha sido
superada por Catamarca (38 mil hectáreas), y La Rioja y San Juan, con 25 mil hectáreas,
cada una.
Cabe consignar que en el caso de las provincias mencionadas tuvo un peso considerable
la desgravación impositiva que generó ese vuelco en la situación.
Sin embargo, pese a ese retraso en la cantidad de hectáreas implantadas, hay un aspecto
que favorece abiertamente a Mendoza.
Sucede que aquí se dan las condiciones climáticas ideales, como una gran amplitud térmica
entre el día y la noche, a lo que se suman características organolépticas, químicas y
sensoriales, que determinan que el aceite de oliva alcance una calidad superior al del resto
de las provincias.
Esa situación llevó a que la Legislatura provincial sancionara una ley de denominación de
origen para el aceite de oliva mendocino y esa calidad obtenida llevó a que los mercados
internacionales se vayan abriendo paulatinamente y así, de los 7 millones de dólares exportados
en 2004 se llegó a los 22 millones en moneda estadounidense en 2005, aunque luego se
produjo una caída alcanzando los 14 millones de dólares en 2009. En el orden interno el
consumo se multiplicó, debiendo superar una dura campaña que se produjo años atrás.
Paralelamente a la declaración de denominación de origen, también se impulsó, en forma
conjunta entre el Estado y la actividad privada, un plan estratégico a diez años que tiene
por finalidad ordenar y planificar el desarrollo, en el mediano y largo plazo de la actividad,
“para llegar al mundo con productos de elevada calidad y el máximo valor agregado posible,
teniendo como premisa asegurar un crecimiento armónico y sostenido de la cadena de valor”.
A pesar de que este año se han dado circunstancias especiales, Mendoza y la dirigencia
que concentra la actividad olivícola deben continuar en el camino trazado. Deben mantener
y trabajar para seguir mejorando la calidad, a favor de las propiedades naturales que ofrece
la provincia y seguir insistiendo con el plan estratégico que se trazó.
El vino ha demostrado que las oportunidades hay que aprovecharlas y la olivicultura puede
hacer lo propio. Son dos actividades en las que los beneficios alcanzan a la amplia franja
que parte del productor y que va cubriendo etapas hasta la venta final del producto.
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