viernes, 20 de abril de 2012

DE REMATE PUNTO COM


Aceite de Jaén 'regalado'

Los olivareros no levantan cabeza. La cadena de ‘valor’ prácticamente no existe porque hay quienes se empecinan en no dar ningún ‘valor’ a un producto que, antaño, era una de las joyas culinarias de España

Los olivareros no levantan cabeza. La cadena de ‘valor’ prácticamente no existe porque hay quienes se empecinan en no dar ningún ‘valor’ a un producto que, antaño, era una de las joyas culinarias de España.
Les explico. Sucedió a principios de esta semana. Una cadena de hipermercados lanza un catálogo con ofertas de alimentación. Cientos de referencias para todos los gustos y sabores, pero nuevamente el ‘oro líquido’ como gran reclamo. La promoción es la siguiente. Garrafa de cinco litros de aceite virgen por 9,95 euros; la segunda unidad, a 2,99 euros. O sea, diez litros por la módica cantidad de 12,94 euros. O sea, un litro por la ‘propinilla’ de 1,29 euros. ¿Saben a cómo se cotiza esta calidad en las fábricas? Pues un kilogramo, que equivale a 0,916 litros, está saliendo por 1,72 euros. Moraleja. Los consumidores están comprando un 25 por ciento más barato que lo que están cobrando los olivareros. En este punto conviene recordar que, con la actual estructura de costes de las explotaciones, producir un kilogramo vale entre 2,20 y 2,40 euros. Hagan una sencilla resta y comprobarán por qué se habla de ruina de un sector vital para la economía jienense –aporta el 9,3 por ciento del Producto Interior Bruto– y del que viven de forma principal o secundaria, como complemento de renta, la mitad de las familias de Jaén.
¿Cómo es posible? Lo primero que hay que aclarar es que tanto en este caso como en otros muchos se trata de una marca de los propios distribuidores. Queda demostrado, por tanto, quienes están detrás de ‘la jugada’. Ahora bien. Lo que nadie ha logrado demostrar, y las organizaciones agrarias lo han denunciado por activa y por pasiva, es que se esté vendiendo a pérdidas. Todas las denuncias ante los tribunales de competencia se han quedado en nada. No se ha podido demostrar nada. Los grandes distribuidores siempre se han defendido alegando que pueden justificar, con facturas, que adquirieron partidas por debajo de las tarifas de venta al público.
Lo que está claro es que en este juego de intereses ganan los consumidores que, tal y como se ha referido anteriormente, pueden llevarse a casa un oliva por esos 1,29 euros. Y también está claro quiénes son los que pierden, los olivareros, que observan con estupor que en los establecimientos se ofrece lo que ellos mismos producen un euro por debajo de lo que tienen que gastar en cosechar. Las cuentas no les salen. Realmente llevan sin cuadrarles prácticamente tres años, demasiado tiempo para los propios olivicultores y para las cooperativas y almazaras en las que se integran o confían su aceituna.

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