lunes, 25 de abril de 2016

Crisis en Brasil: Argentina decime qué se siente




Javier Aparicio, operario de Volkswagen de 44 años, tiene un hijo, es inquilino y está pagando en cuotas su auto y algunas compras con tarjeta de crédito. El miércoles pasado le llegó el recibo tan temido, el del sueldo de la primera quincena de abril, con una rebaja de casi un 25%. Ante la crisis de Brasil, destino de la mitad de la producción argentina de autos, la compañía alemana había anticipado el posible despido de 1200 trabajadores por el cierre del turno noche de la planta de Pacheco, pero finalmente negoció suspensiones rotativas de los 4000 empleados que allí trabajan, por lo que acaban cobrando menos salario con una inflación creciente.


"Vivo con lo justo", cuenta Aparicio, y enseguida agrega: "Sólo gasto en comida y trato de saldar las cuentas de la tarjeta. Antes compraba un electrodoméstico, hacía alguna salida o hacíamos un asado los viernes con los compañeros de trabajo. Ahora la situación es distinta".

Uno de sus compañeros, que llegó a cartonear durante la crisis de 2001, le comentó preocupado que el colectivo que lo lleva a la fábrica va más vacío que antes. Es que Pacheco es uno de los polos de una industria automotriz argentina, que el año pasado produjo un 12% menos y que en el primer trimestre de 2016 se redujo otro 18%, sobre todo por la caída de un Brasil sumido en una fuerte crisis económica y política.


"El problema es que los brasileños gerencian las filiales Mercosur de las automotrices y nos quieren desplazar a las autopartistas, pero la boxeamos y hasta ahora no nos perjudicaron", dice Héctor Méndez, ex presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), que en 2015 compró dos plantas de cables y radios para autos en San Juan y Tierra del Fuego. "Es bravo, porque ellos ponen toda la carne en el fuego, pero nosotros les ganamos por eficiencia y algo de suerte. Pero hace pocos días se nos cayó una operación, porque querían cambiar por una radio más barata. Los fabricantes de autos no tienen esa misericordia", añade.

En el socio mayor del Mercosur se acumulan varios factores para explicar que la economía se haya contraído 3,8% en 2015 y que vaya a caerse otro 3,5% en 2016, según el consenso de bancos y consultoras revelado por la firma FocusEconomics. Por un lado está el polémico proceso en marcha para destituir a la presidenta Dilma Rousseff por presunta manipulación de las cuentas públicas, que se añade a escándalos de corrupción que afectan por igual a oficialistas y opositores.


Por el otro, las políticas fiscales y monetarias de ajuste que están aplicando las autoridades en tiempos de bajos precios de las materias primas y salida de capitales de los mercados emergentes han retroalimentado la recesión. El drama tiene su costado social: el desempleo saltaría del 6,8%, en 2014, al 11,6%, este año.

Una de cada cinco exportaciones de la Argentina va a Brasil, con una economía tres veces mayor y un mercado protegido respecto de las importaciones de fuera de América del Sur. Y los envíos a ese país cayeron un 27% en 2015.

Es cierto que las ventas externas de la Argentina representan sólo 12% de su economía, pero la esperanza de recuperación económica del gobierno del presidente Mauricio Macri se centra en las obras públicas, la inversión privada y, precisamente, la exportación.

Un reciente informe de la UIA destaca que los envíos a Brasil de manufacturas, tanto de alimentos como de otros rubros, representan el 27% del total y advierte que las fábricas y los servicios que las asisten representan, en conjunto, el sector de la economía con más empleos formales. Además, si se excluyen los alimentos, las manufacturas de origen industrial que llegan al gigante sudamericano suponen el 52% del total, con gran peso de los vehículos y las autopartes que llevan dentro. En 2015, entre los sectores más exportadores a Brasil cayeron los envíos de material de transporte terrestre (-36%), productos químicos (-12%), hortalizas y legumbres (-27%), frutas (-20%), lácteos (-24%), plásticos (-32%), papel y cartón (-14%), metalmecánica (-41%) y aparatos eléctricos (-30%). En el primer bimestre de 2016 los envíos argentinos a Brasil cayeron otro 20 por ciento.

"Brasil, además, necesita salir a vender", observa Dante Sica, titular de la consultora Abeceb. "Antes, el mercado argentino estaba restringido por las DJAI", se refiere Sica a las declaraciones juradas anticipadas de importaciones con las que el gobierno de Cristina Kirchner frenaba todas las compras externas. El de Macri las eliminó, aunque impuso licencias no automáticas a 1400 productos considerados sensibles para la industria local. "Por ahora hay normalización, no un salto de las importaciones brasileñas, pero el problema sería que, en un mercado argentino que cae, se reemplace la producción local por la importada", advierte Sica, y piensa en los fabricantes de calzado, textiles, lavarropas, heladeras o cocinas.

Brasil representaba, en 2015, el origen del 22% de las importaciones argentinas, pero buscará recuperar terreno. En el primer bimestre de 2016, sus envíos a este lado de la frontera crecieron sólo 1%, pero con un alza del 68% de autos, lo que provoca la preocupación de los autopartistas que, a diferencia de las terminales, son en parte de capitales locales.

En la planta de Volkswagen en Pacheco siguen incentivando los retiros voluntarios y ya redujeron en poco más de un año el 20% del personal, unos 1000 empleados. Además, la empresa alemana recortó 150 puestos en su fábrica de cajas de cambio de Córdoba, donde buscan reemplazar exportaciones a Brasil por otras a China. Pero la reducción de la "brasildependencia" es difícil: conseguir un cliente de manufacturas lleva tiempo y no es tan fácil como el de materias primas, El país vecino ofrece facilidades por la cercanía y por ser un mercado protegido para los bienes argentinos. Además, cuando vuelva a crecer, acabará absorbiendo otra vez mercadería que ahora busca otros mercados. No obstante, el Gobierno negocia un acuerdo para exportar más autos a Colombia, y empresas como Mercedes-Benz consiguieron colocar en Estados Unidos y Canadá las Sprinter made in González Catán.

Por su parte, Fiat está con suspensiones rotativas de 1500 empleados en Córdoba, mientras que Renault ya había ajustado su personal en forma gradual en los últimos tres años. En General Motors, con planta cerca de Rosario, hicieron a fines de 2015 unos 240 retiros voluntarios y en Ford, otros 200, aunque en el sector se muestran preocupados por el difícil contexto regional.

Las compañías que más sufren son las autopartistas, porque venden menos productos a las terminales de la Argentina y Brasil, y están comenzando a soportar la competencia de fabricantes brasileños que, ayudados por una devaluación del real mayor en términos reales (ajustada por la inflación) que la del peso, hacen mejores ofertas. Desde febrero, unas 10 autopartistas argentinas padecieron la pérdida de clientes a manos de brasileñas y amenazan con despedir a 250 operarios. En los últimos meses ya cerró la fábrica de asientos de Johnson Controls, en Escobar, donde trabajaban 200 personas, y hay suspensiones en Metalsa, en Pacheco, y Kromberg & Schubert, en Pilar.

El presidente de la Asociación de Industriales Metalúrgicos (Adimra), Gerardo Venutolo, lamenta que en el sector no sólo caen las ventas a Brasil de las autopartistas, sino también de otros rubros, como el de su fábrica de equipos para ascensores, los proveedores de la industria petrolera y los de maquinaria. Estos sectores arrastran a otros de los que son clientes, como los fundidores. En los últimos seis meses, las empresas de Adimra despidieron unos 3000 empleados, reconoce Venutolo: "Está el riesgo de que los brasileños traigan sus excedentes a la Argentina. Antes, el acero les costaba igual que a nosotros, pero ahora, con la devaluación del real, lo compran 20% más barato". La UIA advirtió que la paridad actual entre el peso y el real es similar a la del período 1998-2001, cuando se mudaban numerosas plantas de la Argentina a Brasil.

"La baja de la demanda interna de Brasil de productos químicos y petroquímicos, unida a que la depreciación del real no pasó totalmente a costos, hace que nuestros productos hayan perdido competitividad", dice el director ejecutivo de la Cámara de la Industria Química, Jorge de Zavaleta. En lo que va del año, las exportaciones de su sector bajan 30 por ciento.

Otro de los principales exportadores a Brasil es el sector plástico, cuya cámara preside Méndez. "Caen las ventas de envases flexibles, como los de caramelos, y las de silos bolsa, aunque todavía no hay muchos despidos", aclara.

El jefe de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), Daniel Funes de Rioja, teme un "doble efecto" de la crisis de Brasil: "Una contracción de las exportaciones a ese país (el segundo destino en importancia para las manufacturas de alimentos, con el 6% del total) y un riesgo de que nos manden sus excedentes". Ya se quejan contra las importaciones los frigoríficos locales de cerdo y pollo. En las economías regionales que exportan a Brasil se redujeron los contratos temporarios, como en los sectores de peras y manzanas del Alto Valle del Río Negro; de aceitunas y su aceite en las provincias andinas, y de ajos y vinos de Mendoza.

Una de las principales exportaciones argentinas a la tierra del samba es el trigo, cuyos productores esperan que este año se recuperen tras la liberalización dispuesta por Macri. No menores son las ventas externas de combustibles y gas, cuyo devenir depende del precio del petróleo.

Otro sector afectado es el de turismo, según el economista jefe para la Argentina del banco BTG Pactual, Andrés Borenstein. "Es una mala noticia para Bariloche", añade. Los brasileños constituyen el principal grupo turístico en la Argentina y su ausencia se nota en los outlets de la avenida Córdoba.

Entre las industrias que temen la llegada de la importación brasileña figuran las del calzado y la textil. El presidente de la Cámara de la Industria del Calzado, Alberto Sellaro, reconoce que, por ahora, está tranquilo por las licencias no automáticas que está aplicando el Gobierno. Su par de la Fundación Pro-Tejer, Jorge Sorabilla, también reconoce esa protección. "El Gobierno frena el contrabando y los contrabandistas buscan importar por el canal formal, pero les preguntan por el origen del dinero", elogia.

"El 20% de la capacidad instalada de la industria textil de Brasil equivale al 100% de la nuestra, por eso la amenaza es enorme ahora que están usando sólo el 50% de esa capacidad", expone Sorabilla. "Están desesperados por colocar su mercadería al mejor postor; tienen stock no vendido. Como en la Argentina no pagan arancel, nos ven como el primer lugar para vender", continúa el presidente de Pro-Tejer. En el primer trimestre de 2016, las importaciones textiles subieron 7%, pero con picos de hasta el 48% en algunos segmentos, sobre todo ropa proveniente del sudeste asiático, pero también algo de Brasil. También elogia a Néstor Kirchner, quien impuso barreras que obligaron a las grandes empresas brasileñas a instalar fábricas en la Argentina: "Si ahora no hay avalancha de productos brasileños es porque las filiales argentinas están tratando de evitarla".

La crisis de Brasil también impacta en los flujos de capitales financieros. Que la mayor economía latinoamericana anduviera mal contribuía a la salida de inversiones de corto plazo de los mercados emergentes, pero también ocurre que algunos de los capitales que se van de Brasil apuestan por la nueva Argentina de Macri. Ahora que los mercados festejan la probable caída de Rousseff se aprecia el real y eso mejora la competitividad de la producción argentina frente a la brasileña, según Sica. Además, cuando sube la moneda brasileña, los agricultores de ese país liquidan menos soja y se encarece la oleaginosa. Si bien pueden dejar de fluir capitales de Brasil a la Argentina, el economista de Abeceb considera que el clima de negocios que se recrea en torno de Macri "está muy fuerte". Además, una recuperación de Brasil en 2017 mejoraría las perspectivas de la industria argentina. En el medio están los interrogantes sobre el previsto sucesor de Rousseff, Michel Temer, su actual vicepresidente, que también padece una baja popularidad. Y hay temor de conflictos sociales. La inestabilidad de los mercados de Brasil continuará.

En el mundo financiero dicen que Rousseff no podía liderar una recuperación económica. Tampoco saben qué ocurrirá con Temer. Por lo pronto, bajó el riesgo país y los títulos públicos rinden menos que los de la Argentina. Es decir, mientras los bonos argentinos sigan pagando tasas de interés mayores podrán captar más atención de los inversores, aunque esa deuda y sus interés habrá que pagarlos más pronto que tarde.

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