miércoles, 13 de marzo de 2013

Crean Un Sistema Con Microalgas Que Recicla Aguas Residuales Del Aceite De Oliva


El sistema desarrollado por Biot, implantado en una almazara.
El sistema desarrollado por Biot, implantado en una almazara.
Los residuos líquidos generados en la producción de aceite de oliva se encuentran entre los más contaminantes de la industria alimentaria. Una realidad que supone un grave problema para los pequeños y medianos productores, que han optado tradicionalmente por depositarlos en balsas de evaporación, ocasionándoles además un gasto adicional.
La empresa granadina Biot, una ‘spin off’ del Departamento de Microbiología de la Universidad de Granada fundada en 2007 por Agustín Lasserrot, Jesús González y María Victoria Martínez, trabaja en el desarrollo de un nuevo sistema biotecnológico basado en la acción de un conjunto de microalgas a través de fotobiorreactores que permite reciclar el agua procedente del lavado de las aceitunas.
El proyecto, denominado Algatec, está financiado por el Séptimo Programa Marco para la Investigación y el Desarrollo de la Unión Europea. Ha sido desarrollado en una primera fase junto a socios de España, Portugal, Grecia, Italia y Alemania, y acaba de iniciar su segunda fase.
En concreto, la iniciativa busca la implantación en las almazaras de un sistema “rentable, eficiente y sostenible” que permita tratar, recuperar y reutilizar el agua de lavado de las aceitunas producida durante el proceso de obtención del aceite de oliva en las almazaras. Y de este modo también eliminar las balsas de almacenamiento, todo ello con bajo costo y en las propias almazaras.
Marta Hormigo, en las instalaciones de Biot.
Marta Hormigo, en las instalaciones de Biot.
Según explica a la Fundación Descubre Marta Hormigo, responsable de la Planta Piloto de Biot, con sede en el Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud (PTS), la investigación ha sido posible gracias a la colaboración con la Universidad de Granada. “El objetivo es utilizar microalgas para depurar el agua y reutilizarla. Tras lograrlo, en la segunda fase del proyecto, que finaliza en 2014, tenemos como meta comercializar el sistema”, señala.
El proceso se basa en un conjunto de fotobiorreactores con un sistema de tubos transparentes al paso de la luz, en los que están presentes las microalgas desarrolladas por Biot y en los que se inyecta el agua. La capacidad metabólica de las microalgas permite la captura del CO2 atmosférico y la biodegradación de las sustancias contaminantes recalcitrantes presentes en las aguas de lavado de las almazaras hasta su descontaminación.
Hormigo subraya que el novedoso sistema supondrá un paso muy importante en la gestión medioambiental de dichos residuos, así como en la conservación del medio ambiente. Y es que se necesitan en torno a 50 litros de agua potable para lavar 100 kilogramos de aceitunas, un enorme volumen cuya calidad se ve además mermada al arrastrar gran cantidad de compuestos tóxicos.
De esta forma, el sistema no sólo permite recuperar el agua contaminada y reducir el consumo de agua potable en un 90%, sino también la eliminación de las balsas de aguas residuales procedentes de la producción de aceite de oliva.

LA RIOJA- INFORMALIDAD II


Abusos y falta de información

Los trabajadores que viven en las fincas tienen que comprar los víveres a los contratistas a precios exorbitantes, como en las peores épocas de las explotaciones rurales. La empresa dice que no puede albergar a todos los peones en la finca.

Desde La Rioja
En el kilómetro 3 de la ruta provincial 25 hay una ancha tranquera blanca con un cartel que anuncia que la finca Promas es propiedad de Mastellone Hermanos, la conocida empresa de productos lácteos. El 1º de marzo pasado hubo una inspección del Ministerio de Trabajo nacional y arrojó que solo 65 de los 302 empleados estaban debidamente registrados en la AFIP. La delegación del Renatea fue recibida ayer por la mañana, en medio del arribo de nuevos trabajadores, en micros de la empresa. El campo tiene alrededor de 1600 hectáreas sembradas con olivos destinados a preparar aceite, en el mismo lugar, o vendidos a terceros, para que lo envasen como aceitunas de mesa. El principal objetivo de los inspectores es detectar cuántos trabajadores tienen su Libreta de Trabajo Agrario (LTA), pero las actas contienen una hoja aparte para las denuncias de los trabajadores, sin que los patrones accedan a ellas.
En la oficina, a pocos metros de la tranquera, un cartel del Ministerio de Trabajo informa que el establecimiento “registra alta siniestralidad”, es decir, mayor riesgo de accidentes laborales. El equipo del Renatea se dividió: unos partieron al campo para relevar trabajadores, otros solicitaron información a los empleadores. Desde campo adentro vino un cuatriciclo a toda velocidad, trayendo a una persona con un hombro lastimado. Lo dejaron en la garita de vigilancia, acompañado de dos muchachos: uno dijo tener fiebre, el otro mucho dolor en la boca del estómago.
Mientras, los peones recién llegados esperaban ser registrados en la AFIP y descargaban en el piso sus cestos para recoger aceitunas. “Si usás pulóver te lo sacás y hace más fresquito. Eso hacen los chaqueños y los salteños”, contó Pedro, un peón de 48 años. El hombre, que vive cerca, en Catamarca, aseguró que soporta temperaturas que a veces pasan los 40 grados y que no le den botas y ropa adecuada, y si no reclama es porque no se consigue trabajo a su edad.
Juan, riojano, de 30, comentó que fue por trabajo a un supermercado grande. “No tengo secundario, por eso no me tomaron”, explicó.
La paga por un cajón de aceitunas, que tiene el tamaño de los utilizados en los lavaderos de ropa, es de 14 pesos. El que sabe trabajar puede ganar 1400 pesos por quincena. El gerente explicó que por la “dificultad” de conseguir cosechadores, se recurre a los cuadrilleros, que buscan peones en Salta, Chaco y Jujuy principalmente. “Todos son trabajadores temporarios, están todos en blanco, y si tienen accidentes la ART se hace cargo y a los trabajadores se les paga por los días no trabajados. Además, tenemos un servicio médico. Si alguien se accidenta o tiene otro problema, en 15 o 20 minutos viene una ambulancia”, aseguró el gerente, Ramón Terzeghide.
Había pasado hora y media cuando este cronista partió a recorrer los olivares y los lugares de alojamiento de quienes duermen dentro de la finca, sin que apareciera una ambulancia. En el camino había miles de olivares que forman extensos bosques, muchas veces protegidos del viento por hileras de casuarinas. La cosecha manual se aplica solo a las aceitunas que se procesan para llevar a la mesa. Los empleados se suben a esos árboles en escaleras hechas con madera de álamos o de aluminio. Muchos cuelgan de las ramas el almuerzo y sobre el piso dejan las botellas con agua congelada.
Las caídas de la escalera son frecuentes. Otros riesgos son la presencia de yararás, arañas grandes y el calor. Las condiciones habitacionales aportan lo suyo. Para empezar, el botiquín está vacío. Los delegados del Renatea constataron, mientras una cuadrilla limpiaba a las apuradas baños y cocina, que las habitaciones no tenían las ventanas correspondientes y había una ínfima cantidad de hornallas eléctricas. A falta de cocinas, la mayor parte de la cocciones se hacen a leña. “También notamos que pocos techos de chapa tienen membranas para bajar el calor y demasiadas camas para lo que se permite”, observó el inspector Patricio Guendulain.
Como en otros lugares relevados por esta entidad y otras como la AFIP y el Ministerio de Trabajo, existen sobreprecios en la comida. Este era uno de los motivos por los que ayer un grupo de santiagueños y chaqueños pensaba irse a solo tres días de llegar al campo. “Somos cuatro. Compramos dos kilos de fideos, sal, dos puré de tomates, jugo en polvo a tres pesos el sobrecito, cinco kilos de harina y kilo y medio de grasa, aceite y tres kilos de carne. Nos cobraron casi 400 pesos. No cierra por ningún lado”, dijo Felipe, de 22 años, quien vive con su pareja e hijos en Santiago del Estero.
Los alimentos los venden los cuadrilleros y están guardados en un container verde, frente a los galpones donde deben dormir los empleados. “Los que están parando afuera deben están mejor porque pueden hacer las compras en la ciudad, que es mucho más barato. Desde acá también te llevan a veces, pero te traen tarde y perdés de una jornada de trabajo”, agregó el joven. En Santiago del Estero ganaba 350 pesos por semana, lo mismo que ganaría en la finca porque solo logra llenar siete cestos diarios, cuando el resto pasa los 20. “Vine por un anuncio en la radio. Fui directo a la terminal y de ahí me trajeron, espero conseguir la plata para volver”, dijo.
El gerente admitió que las condiciones habitacionales son limitadas. “Como no entran todos, buscamos espacios en la ciudad, que no está preparada a veces”, dijo. Luego prometió hacer lo que haga falta para dar un buen alojamiento y destacó la labor “conjunta” con los organismos de contralor provinciales y nacionales para mejorar la parte habitacional. “No podemos ampliar los galpones porque a duras penas cosechamos este año”, agregó. Según él, los costos de la actividad manual hacen poco rentable la venta de aceitunas.
Los fiscalizadores pasaron mañana y tarde registrando la situación de los trabajadores. “Es importante saber si tienen la libreta del Renatea (LTA) o hacérselas, porque les da varios beneficios. Prueba la relación laboral, establece categorías, antecedentes de trabajo y permite hacer estadísticas”, explicó el inspector Máximo Martínez Zavalía. Luego agregó que la LTA sirve, cuando se trata de un trabajador permanente que da una prestación discontinua, como los cosecheros, porque si al año siguiente no lo llaman tienen que indemnizarlo. Además, la libreta incluye un seguro de desempleo. “El problema central de estos derechos es la falta de información sobre ellos. Si no hay información, las leyes son más declarativas que operativas”, agregó este inspector y abogado laborista.

LA RIOJA - INFORMALIDAD I


2 de marzo de 2013 - 07:32

Más de 350 trabajadores eran explotados por una productora de aceitunas


Rioja. Eran sometidos a condiciones de hacinamiento y precariedad. Recibían un pago a destajo, según la cantidad de kilos de aceituna recolectados.



Cerca de 360 trabajadores eran sometidos en La Rioja a una situación de trata laboral en una empresa olivícola, donde permanecían en condiciones de hacinamiento y de gran precariedad.
La delegación provincial del Registro Nacional de Empleadores y Trabajadores Agrarios (Renatea) comprobó que los trabajadores eran sometidos a condiciones de hacinamiento y de gran precariedad, y no recibían una remuneración mensual sino un pago a destajo, según los kilos de aceitunas recolectados, lo cual viola la ley de empleo agrario, según relató Ana Córdoba, responsable de la delegación riojana de Renatea.

Otras infracciones laborales registradas al visitar la finca son la falta de elementos de seguridad laboral, ya que usaban escaleras de madera de álamo de una sola línea que apoyan en los árboles y carecían de guantes, botas, protección para el sol y ropa adecuada, todos elementos que por ley deben ser provistos por el empleador.

Unos 150 trabajadores se encontraban alojados en un galpón de chapa ubicado en el fondo de la finca, a siete kilómetros del ingreso. El lugar sólo cuenta con ocho letrinas, y los empleados debían cocinarse a la intemperie y con leña que ellos mismos recogían.

Las habitaciones, que albergaban a 30 personas, tenían una sola ventana sin vidriosque impidieran el ingreso del polvillo y del agua de lluvia.

El resto de los trabajadores se encontraban diseminados en casas, muchas de ellas ex prostíbulos, sobre la ruta provincial 5 o en calles cercanas, en la ciudad de La Rioja, también en condiciones sumamente precarias, y eran transportados diariamente por la empresa de la ciudad al campo. En una de esas viviendas había funcionado un prostíbulo regenteado por Liliana Irma Medina, una de las acusadas (recientemente fallecida) en la causa Marita Verón.

Entre los alojados hay dos parejas con niños de ocho y 14 meses, respectivamente.

Los operativos se iniciaron con denuncias por problemas de salud de un trabajador, al que se agregaron casos de despidos en los que no se abonaron las jornadas trabajadas y se expulsó a las personas de las viviendas, por lo que había abandono de trabajadorcarencia de alojamiento y falta de recursos para alimentarse y también para regresar a su lugar de origen.

La finca, de 1.600 hectáreas, se encuentra sobre la ruta provincial 25, a sólo 18 kilómetros de la capital de la provincia, y fue inspeccionada a partir de una denuncia presentada por un sindicato local de trabajadores agrarios, por el caso de un joven cosechero de 22 años que padecía una pancreatitis.

Quienes vivían en la finca debían caminar siete kilómetros para salir a la ruta, y luego tomar un transporte a la ciudad por el que debían pagar aproximadamente 100 pesos.

Para comprar alimentos y elementos de primera necesidad podían abastecerse de los propios cuadrilleros que los contrataban y que les vendían dentro de la finca a precios muy por encima del valor de mercado, o bien tomar un colectivo los domingos a las 8, en el que iban a la ciudad y que a las 11 los llevaba de regreso.

El domingo era el único día que disponían para esto, ya que trabajaban de lunes a sábado, en jornadas de unas 13 horas que comenzaban a las seis.

En la primera inspección, el joven con pancreatitis relató que lo alojaban en una casa donde habría funcionado un prostíbulo, y que con él vivían otros cosecheros que trabajaban en la finca, todos sin libretas de trabajadores agrarios, algunos de ellos con quebraduras por la caída desde olivos en los que cosechaban manualmente las aceitunas destinadas al consumo en mesa.

También había menores de edad y todos vivían en condiciones indignas, con baños sin agua, algunos de ellos químicos, pero que no funcionan.

Tampoco había cocina ni lugar para dormir para todos los alojados. Esta inspección derivó en el registro de otras dos casas "donde tienen gente escondida", según relataron los trabajadores, con resultados similares.

Los jóvenes relataron que esta situación se repite año tras año con personas que provienen de distintas provincias, fundamentalmente de Salta, Tucumán y Santiago del Estero, donde son "reclutados" por los "cuadrilleros" de las empresas.

"Venimos y nos tratan mal, y nos estafan todos los años. Y si venimos es porque tenemos necesidad", sostuvo un cosechero, a cuyo lado se encontraba uno de los trabajadores que estuvo internado en un hospital.

"Me han dado el alta y he vuelto tres veces yo solo. Los de la empresa no se han aparecido, nunca han ido al hospital a verme", denunció el hombre.