Fertirrigación del olivo
El olivo parece ser oriundo de la zona oriental del Mediterráneo, donde ya se
cultivaba hace 5500 años. A la península ibérica llega con los fenicios hace
unos 3000 años. Esta especie está perfectamente adaptada al clima de la
zona, por lo que durante miles de años se cultivó en condiciones de secano.
Esta adaptación se debe a que el árbol tiene la capacidad de explorar grandes
volúmenes de suelo, ya que sus raíces pueden penetrar a una profundidad de
decenas de metros en el suelo y tienen un desarrollo horizontal que sobrepasa
en mucho la proyección de la copa. Además las hojas cuentan con
mecanismos anatómicos y fisiológicos que reducen la pérdida de agua por
transpiración. Estas son pequeñas, coriáceas y tienen pocos estomas que
están dispuestos en ligeras depresiones en el envés de las hojas, donde
existen también unos pelos que crean un microclima más húmedo que el aire
que las circunda. A pesar de estas características, cuando el olivo padece de
un estrés hídrico los frutos no se desarrollan y el agua se traslada de éstos a
otras partes de la planta, por lo que las aceitunas se arrugan y quedan
pequeñas.
Se ha demostrado que puede obtenerse una rentabilidad mucho mayor del
olivar y reducir la vecería por medio de una fertirrigación bien manejada. Hay
que tener en cuenta que con la introducción de la fertirrigación cambian por
completo las características del cultivo y sus exigencias. Se puede decir que
estamos ante un cultivo muy diferente. Toda la técnica del cultivo se debe
adaptar: los marcos de plantación, la poda, las técnicas de cosecha, el
abonado, etc.
Abonado del olivar en fertirriego
Uno de los principios fundamentales en riego por goteo es aplicar
continuamente con el riego una solución nutritiva que aporte al árbol los
nutrientes necesarios al ritmo que éste pueda aprovecharlos. Se debe tener en
cuenta que los nutrientes en el bulbo mojado por el riego están sometidos a un
continuo lavado, lo que conduce a un rápido empobrecimiento de la zona
radicular en caso que no se aporten estos nutrientes continuamente. No se
trata de aplicar más abono, sino de repartirlo en tantas aplicaciones como
riegos. Esto nos conducirá a un aprovechamiento máximo del abono.
El incremento en la eficiencia de la fertilización en fertirriego se debe, además,
a que el abono se localiza donde se encuentran las raíces activas, el abonado
se puede adecuar a cada etapa fenológica y se aumenta la disponibilidad de
los nutrientes. Esto se nota sobre todo con elementos como el fósforo que una
vez en el suelo pierden rápidamente su disponibilidad por lo que es una ventaja
aplicarlo continuamente en su forma más disponible. Las necesidades nutritivas del olivar
El principio que debe guiarnos en la fertirrigación es aportar a la planta los
nutrientes necesarios, al ritmo que pueda aprovecharlos. Nadie tiene la fórmula
mágica que nos calcule esto con exactitud, pero cuanto más nos acerquemos a
este objetivo la fertilización será más eficiente y protegeremos mejor el
medioambiente.
El nitrógeno forma parte de muchos de los compuestos del olivar, siendo
fundamental en todos los procesos de crecimiento y de fotosíntesis. La
carencia de este elemento provoca una vegetación pobre, presentando las
hojas una palidez uniforme. El exceso causa un desarrollo vegetativo
exagerado, un retraso en la maduración y los árboles se muestran más
sensibles a heladas, plagas y enfermedades. Pueden además presentarse
desórdenes fisiológicos que afecten negativamente a la calidad del fruto.
El fósforo es un componente importante del ADN y el ARN, participa en los
procesos que requieren energía, forma parte de los fosfolípidos de las
membranas celulares y tiene mucha importancia para la formación de raíces, la
floración y el cuajado. Los síntomas de carencia son hojas muy pequeñas de
color oscuro que se caen prematuramente y crecimiento reducido de los tallos.
El potasio participa en numerosos procesos de suma importancia; actúa como
agente regulador en la apertura y cierre de estomas y en el transporte de iones
orgánicos e inorgánicos dentro de la planta; favorece la producción, la calidad y
el tamaño de la aceituna, acelerando su madurez. El potasio es el elemento
que presenta más problemas de carencia en las plantaciones españolas. Una
de las causas es la aplicación de nitrógeno en tal forma que no se compensa
con otros nutrientes. Esto crea una serie de desequilibrios nutricionales. En
árboles con deficiencia de potasio las puntas de las hojas toman un color
amarillento o rojizo. Cuando la carencia es grave se manifiesta mostrando
necrosis de las puntas y los márgenes de las hojas, cayendo éstas más tarde.
También se puede observar una reducción de crecimiento nuevo, de la
floración y del fruto.
El calcio es indispensable para el desarrollo y la funcionalidad de las raíces,
aumenta la resistencia a enfermedades y condiciones adversas, favorece la
calidad de los frutos, participa en el proceso de fotosíntesis y otras actividades
enzimáticas. Los árboles deficientes en calcio detienen su desarrollo, sus hojas
amarillean a partir de las puntas, quedándose pequeñas y estrechas.
El magnesio es un componente de la clorofila y participa en la actividad de
varias enzimas. Los olivos afectados por esta carencia presentan un aspecto
clorótico y crecimiento deprimido, sobre todo en otoño.
De los microelementos zinc, hierro, manganeso, cobre, molibdeno y boro, el
olivo suele presentar carencias de hierro, boro y zinc, dependiendo de las
condiciones de cultivo.
La carencia de hierro es frecuente en suelos calcáreos con pH alto. Los
árboles muestran una clorosis férrica típica en las hojas jóvenes y poco
desarrollo de los brotes. En árboles afectados por esta carencia se encuentra
un porcentaje muy bajo de cuajado por lo que la producción disminuye. Las
aceitunas adquieren tonos amarillentos y no llegan a alcanzar un tamaño
adecuado. En casos graves los árboles pueden dejar de producir, haciéndose
imposible su rejuvenecimiento.
El boro tiene mucha importancia en los procesos de polinización, fecundación
y cuajado del olivo. También participa en la síntesis de las grasas. Las hojas de
los árboles con carencia de boro muestran clorosis que comienza desde la
punta de las hojas y se desarrolla a necrosis. Cuando la carencia es muy
acusada los síntomas pueden aparecer sobre ramas jóvenes, llegando a
afectar a la producción hasta anularla por completo. A veces aparecen brotes
conocidos como “escoba de bruja” y malformaciones de los frutos. En la época
de floración es cuando las exigencias de boro son más altas, por lo que a
veces son necesarias aplicaciones foliares de este elemento antes de la
floración. Las aplicaciones de boro deben hacerse con mucho cuidado porque
puede ser tóxico en concentraciones relativamente bajas, sobre todo para
plantas jóvenes. La forma más segura de suministrar el boro cuando se cuenta
con un equipo de riego por goteo es por medio del riego.
El olivo es moderadamente tolerante a la salinidad, por lo que se puede
cultivar en condiciones en las que no prosperarían otros cultivos leñosos.
Cuando se considera la posibilidad de plantar olivos en condiciones de
salinidad es necesario tener en cuenta que hay variedades y patrones que son
más resistentes a la salinidad que otros. Además será necesario llevar a cabo
un seguimiento de la acumulación de sales en la solución del suelo y en la
planta para tomar a tiempo las medidas necesarias, como por ejemplo riegos
con un exceso de agua para evitar la acumulación de sales en el bulbo mojado.
Los síntomas característicos que presenta el olivo afectado por la salinidad son
disminución del crecimiento de los brotes y el acortamiento de los entrenudos,
la reducción del tamaño de las hojas y frutos y alteraciones fisiológicas que
finalmente conducen a una reducción en la producción. Análisis foliar
La mejor manera de hacer un seguimiento del estado nutritivo del olivar es
realizar anualmente análisis foliares en el mes de julio, a partir del tercer año.
Es importante elegir las hojas que se muestrean con sumo cuidado y de
acuerdo a los estándares definidos para que la muestra sea representativa. Se
eligen las hojas centrales de los brotes de primavera que no tengan frutos. Las
hojas deben estar sanas y ser representativas. La parcela tiene que ser
homogénea y no se deben mezclar hojas de variedades distintas. Se tomarán 4
hojas con pecíolo por árbol, una de cada orientación, a la altura de los ojos. Se
muestrean en cada parcela 30-40 árboles representativos de la parcela
elegidos al azar, cada muestra contendrá 120-160 hojas. No se deben mezclar
hojas que muestran algún síntoma de carencia con hojas normales. Los
árboles con signos de carencia deben muestrearse por separado. Las hojas
deben guardarse en un lugar fresco, en bolsas de papel perfectamente
identificadas, y enviarse lo antes posible al laboratorio. Si es necesario
guardarlas de un día para el otro las hojas se deben conservar en la nevera.
En la interpretación de los análisis debe actuarse con cuidado, con
conocimiento de la plantación, de su situación actual y de su historial,
preferentemente con la ayuda de un profesional con experiencia de campo y de
interpretación de análisis foliares. Además de los valores que encontraremos
en la literatura (que pueden ser bastante distintos de un autor a otro) hay que
tener en cuenta muchos factores como la carga de los árboles, el estado
fisiológico de la plantación y su edad, el desarrollo de los árboles, la salinidad
de la solución del suelo, aplicaciones foliares, etc.
Presentamos a continuación una tabla orientativa de niveles adecuados de
nutrientes en hojas de olivo tomadas en julio. No se incluye el nivel de hierro
puesto que el análisis foliar de este elemento no es válido en muchos casos.
Elemento Nivel adecuado*
N (%) 1.7 - 2.1
P (%) 0.1 - 0.2
K (%) 0.8 - 1.3
Ca (%) 2.0 - 2.6
Mg (%) 0.25 - 0.30
Mn (ppm) 30 - 50
Cu (ppm) 7 - 20
Zn (ppm) 15 - 50
B (ppm) 20 - 50
* Elaborado a partir de datos recopilados de varios autores.
Tabla 3 - Nivel adecuado de nutrientes en hojas centrales de brotes de
primavera, tomadas en el mes de julio. Programación de abonado del olivar
Parte de los nutrientes que necesita el olivar son aportados por el suelo y por el
agua, el resto se debe aportar con el abonado. Cuando programamos el
abonado debemos tener en cuenta la edad de la plantación, el marco de
plantación y la superficie cubierta, la carga de los árboles, los resultados de los
análisis foliares y las características del suelo y del agua. En cuánto al suelo es
importante conocer su textura y aquellos parámetros que pueden dificultar la
disponibilidad de algunos nutrientes. En cuánto al agua son importantes su
contenido de nutrientes, su salinidad y su contenido en bicarbonatos Por estas
razones es difícil dar recomendaciones generales. Tanto el programa de
abonado como el tipo de producto se deben ajustar a cada plantación.
Según Ferreira y sus colaboradores las extracciones de nutrientes de un olivar
por tonelada de cosecha son 15 kg de N, 4 kg de P2O5 y 25 kg de K2O (Ferreira
y col., 1986; Olea 17:141-152). O sea que para una producción de 8 toneladas
por hectárea el olivar extraería 120 kg/ha de N, 32 kg/ha de P2O5 y 200 kg/ha
de K2O. Para un programa específico se deben tener en cuenta los factores
antes mencionados y la eficiencia del abonado con cada uno de los nutrientes
en las condiciones de la parcela.
Como regla general podemos tener en cuenta que una plantación con una
buena carga, que cubre el 50% del terreno y en la que los análisis foliares
muestran niveles adecuados de todos los elementos habría que hacer una
aportación anual de 120-140 kg/ha de nitrógeno, 50-60 kg/ha de P2O5 y 160-
180 kg/ha de K2O. La forma más sencilla, segura y cómoda de hacerlo es con
abonos líquidos que se adaptarán lo mejor posible a las necesidades de la
plantación en cada momento. En la siguiente tabla se presenta un ejemplo
orientativo de programa de abonado para una plantación adulta con abonos
líquidos de GAT:
ver nota completa en la siguiente direccion:
http://www.gatfertiliquidos.com/fertirrigacion_olivo.pdf
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