miércoles, 30 de noviembre de 2011

ARG. el futuro de la olivicultura


Las inversiones y el futuro de la olivicultura

                                  

En los últimos años se han realizado importantes inversiones en la industria olivícola, que van desde la implantación de variedades importantes hasta la incorporación de tecnología en las plantas de elaboración, lo que puede ratificar la calidad que naturalmente ofrece el clima mendocino para un buen aceite de oliva.

Luego de atravesar años difíciles, con erradicaciones importantes como consecuencia de la caída de precios y una campaña negativa que lesionó el prestigio del aceite de oliva, la olivicultura está comenzando a reencontrar el camino que iniciaron aquellos inmigrantes a principios del siglo pasado, junto a la vitivinicultura. Los hechos así lo demuestran y el sector se está uniendo en la búsqueda de objetivos comunes, incluyendo en ello un plan estratégico que será fundamental si se alcanzan las metas fijadas.

Décadas atrás, la actividad olivícola era muy importante para la provincia. Mendoza ocupaba el primer lugar en el país en la cantidad de hectáreas implantadas, llegando a poseer casi 30 mil a principios de los ’90, lo que constituía el 70% de la producción nacional. 

Sin embargo, la caída de los precios de las aceitunas, sumada a una campaña de desprestigio que se implementó hacia el aceite de oliva, derivó en que se produjera una fenomenal erradicación de olivares; así, tres años atrás las hectáreas implantadas no superaban las 18 mil. Fue superada por Catamarca (38 mil hectáreas) y La Rioja y San Juan, con 25 mil hectáreas cada una, provincias en las que tuvieron una importante incidencia las desgravaciones impositivas que las favorecieron.

Sin embargo, en los últimos tiempos se están produciendo hechos que permiten establecer que, en un futuro no muy lejano, la situación se puede llegar a modificar sustancialmente. A las fuertes inversiones en plantaciones en toda la provincia se suman aportes importantes para la industrialización. 

Una empresa productora de aceite de oliva extra virgen realizó una inversión superior al medio millón de pesos en la compra de una nueva línea de embotellado, buscando incrementar en 50% su facturación, mientras otro grupo empresario de nivel internacional entró en el negocio olivícola a través de la compra de un establecimiento industrial ubicado en Guaymallén, adquiriendo nuevas máquinas para la elaboración y el fraccionamiento.

Varios aspectos han contribuido a que ese interés inversor se produzca. El primero de ellos radica en la calidad del aceite de oliva que se elabora en Mendoza. En nuestra provincia se dan las condiciones climáticas ideales, como una gran amplitud térmica entre el día y la noche, a lo que se suman características organolépticas, químicas y sensoriales con las que el producto alcanza una calidad superior a la del resto de las provincias. Aspectos que determinaron que la Legislatura de Mendoza decidiera aprobar una ley de “Denominación de origen Mendoza” para el aceite de oliva, con la intención de defender el prestigio del producto, a semejanza de lo que realiza España con los suyos.

A todo esto debe sumarse la puesta en marcha, por parte de los propios actores de la industria, de un plan estratégico olivícola, que tiene por finalidad ordenar y planificar el desarrollo de la actividad en el mediano y largo plazo, “para llegar al mundo con productos de elevada calidad y el máximo valor agregado posible, teniendo como premisa asegurar un crecimiento armónico y sostenido de la cadena de valor”, objetivos similares a los que se fijó el Plan Estratégico Vitivinícola y que le dio excelentes resultados.

Las distintas variables -desde la calidad hasta la gestión de los diferentes actores- se concatenan para augurar un futuro interesante de la actividad olivícola en la provincia. En ese esquema no es casual, entonces, que las inversiones crezcan en el sector. 

De continuar el camino trazado, de seguir trabajando en forma mancomunada y de insistir en la búsqueda de mercados, no caben dudas de que esa actividad redundará en beneficios en el corto, mediano y largo plazo

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