jueves, 29 de marzo de 2012

El Instituto Nacional de Olivicultura

El Instituto Nacional de Olivicultura

El anuncio de la creación de un Instituto Nacional de Olivicultura puede resultar interesante en razón de que existe un crecimiento importante de esta actividad económica. Para Mendoza, el beneficio radicaría en que, si se exigen niveles de calidad, nuestra provincia puede superarlo con amplitud en razón de que se ha trabajado muy bien en la materia

El anuncio surgió en La Rioja, durante una reunión de gobernadores de las cuatro provincias olivícolas más importantes del país, entre las que se incluye Mendoza. El objetivo es conformar un Instituto Nacional de Olivicultura, que funcionará de manera similar a lo que sucede con el INV, en el caso del vino. Una iniciativa interesante, si nos atenemos a la importancia alcanzada por la olivicultura en los últimos años.

Si bien se estableció que La Rioja será la sede del organismo, Mendoza debería liderarla en los hechos, debido a que, por la calidad de sus productos, ha aprobado una ley de denominación de origen para el aceite de oliva, mientras paralelamente se trabajó en un plan estratégico para la actividad a veinte años de plazo.

Décadas atrás, la actividad olivícola era muy importante en nuestra provincia. Ocupaba el primer lugar en el país en la cantidad de hectáreas implantadas, llegando a poseer casi 30 mil a principios de los ‘90.

Pero la caída del precio de las aceitunas, sumada a una campaña de desprestigio que se implementó contra el aceite de oliva, determinó que se produjera una fenomenal erradicación de olivares; así las hectáreas implantadas en Mendoza hoy apenas pasan las 18 mil.

Fuimos superados por Catamarca, con 38 mil hectáreas y La Rioja y San Juan con 25 mil cada una, provincias en las que tuvieron fuerte incidencia las desgravaciones impositivas que las favorecieron.

Aún así, hay un aspecto que favorece al aceite de oliva mendocino: su calidad. En Mendoza se dan las condiciones climáticas ideales como una gran amplitud térmica entre el día y la noche, a lo que se suman características organolépticas, químicas y sensoriales, que mejoran al producto. Fue por esos motivos que la Legislatura decidió aprobar una ley de “Denominación de Origen Mendoza” para el aceite de oliva.

Otros países también han impulsado medidas tendientes a asegurar la calidad de sus aceites, como España, que no sólo cuenta con una denominación de origen sino que realiza un seguimiento satelital de los barcos cargados con aceite de oliva para evitar manipulaciones en sus recorridos hasta el destino final.

Ese liderazgo en calidad con que cuenta Mendoza puede mantenerse aún con el funcionamiento de un organismo rector, como el que se ha anunciado en La Rioja, en razón de que allí se fijarán pautas mínimas y se intentará posicionar a la industria en el lugar que merece, tanto en el orden nacional como internacional.

Más aún cuando la industria ya ha avanzado en un plan estratégico olivícola que tiene por finalidad ordenar y planificar el desarrollo en el mediano y largo plazo, “para llegar al mundo con productos de elevada calidad y el máximo valor agregado posible, teniendo como premisa asegurar un crecimiento armónico y sostenido de la cadena de valor”.

El funcionamiento de un instituto específico para el sector puede resultar fundamental para una actividad que tiene una importante incidencia en la actividad agrícola provincial, más allá de los problemas coyunturales, como el del año en curso, con poca producción, con inconvenientes para levantar la cosecha y con dificultades para la competitividad como consecuencia del dólar planchado y la inflación interna.

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