lunes, 9 de abril de 2012

BS.AS.(Cnel. Dorrego) y un rubro en expansión



     DE acuerdo con pronósticos de fuentes oficiales, el olivo será el cultivo que tendrá mayor crecimiento en la Argentina, en los próximos cinco años. Asimismo, se vaticina que la producción nacional se duplicará de aquí a 2020, con los consiguientes beneficios socioeconómicos que ello supone, pues se trata de una actividad que viene cubriendo nuevas superficies en varias provincias y se ha convertido en un sostenido rubro de exportación. Los datos provienen de los estudios realizados con motivo del lanzamiento del Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial (PEA), por parte de la cartera nacional de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos.
     EL relevamiento agrega que, en los próximos años, la superficie olivícola argentina ascenderá a 110.720 hectáreas, con una producción anual superior a las 100 mil toneladas de aceite de oliva. Con tales cifras, nuestro país pasaría a ocupar el décimo lugar en el mundo por superficie y sería también uno de los diez primeros productores mundiales.
     UN experto del INTA Catamarca, Angel César Matías, afirmó que la Argentina cuenta con el potencial suficiente para transformarse en uno de los principales actores de la olivicultura a escala mundial. El aporte de nuevas tecnologías ha permitido dar pasos relevantes en la estructura general del sector; sobre todo, en las provincias históricamente relacionadas con el rubro, como La Rioja, San Juan y Catamarca.
     PERO merece consignarse, por supuesto, que en el sur de la provincia de Buenos Aires también ha aparecido un polo olivícola de rápido desarrollo, que ya cuenta con su propia cuota de prestigio: está asentado en el distrito de Coronel Dorrego, donde varios emprendimientos privados dieron forma a un complejo que, pasado el período natural de evolución de las plantas, pudo hacer notar la calidad de sus productos. A tal punto que aceite elaborado en el vecino partido ha merecido ya distinciones internacionales, lo cual constituye un claro respaldo a la seriedad de aquellas realizaciones. Va de suyo que la incorporación de la olivicultura a la vida productiva dorreguense ha constituido un trascendente aporte a la transformación socioeconómica lugareña, cuyo quehacer estuvo, desde siempre, ligado casi de modo exclusivo a la agricultura y a la ganadería.
     LO CIERTO es que la Argentina ha logrado un relevante prestigio internacional. Es considerada uno de los nuevos actores del sector, tanto en la producción de aceite de oliva como de aceitunas de mesa, fuera de la privilegiada cuenca del Mediterráneo. Los cultivos de alta densidad difundidos en las últimas campañas (con moderna tecnología, material genético seleccionado y sistemas de riego actualizados) permiten vaticinar que el logro de las metas mencionadas al principio no será dificultoso; de tal manera, nuestro país podrá afianzarse en la olivicultura internacional. A Coronel Dorrego le corresponderá una parte de ese auspicioso avance.

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